Camino Candelaria – Mirador La Atalaya y red de pistas rurales de Santa Úrsula

Ubicado en un punto intermedio entre las zonas agrícolas y el Monteverde se halla el Camino Candelaria, vía rural de Santa Úrsula cuyo trazado discurre de manera trasversal, recorriendo de oeste a este la parte alta del municipio entre los 600 y 800 m.s.n.m. Un paseo por esta pista de casi tres kilómetros nos guiará por frondosos castañeros, tierras cultivadas y arboledas de brezo, laurel o eucalipto, entre otras frondas. 

Se trata de la parte inicial de uno de los caminos de la cumbre que sale desde Santa Úrsula y recorre los municipios de Arafo y Güímar, cruzando la dorsal por la zona denominada “El filo”. Recibe el nombre de Camino Candelaria por transcurrir por el itinerario peregrino que conduce a la villa mariana. El tramo de senda que atraviesa nuestro municipio comienza en el cruce con la calle Vera del Barranco (en la zona superior, límite con La Orotava) y discurre por las medianías santaursuleras hasta llegar a la pista de El Rayo. Desde ese punto continúa por la antigua senda peregrina que atraviesa la Reserva Natural Especial de Las Palomas y el Paisaje protegido de Las Lagunetas hasta la TF-24 Carretera de la Esperanza, en la localización próxima al cruce con la TF-523 Carretera de Arafo a La Cumbre.

El Camino Candelaria de las medianías de Santa Úrsula es una pista agrícola muy transitada y conocida. Presenta varios puntos de interés como el Mirador de La Atalaya que se sitúa en el extremo oeste y de donde se puede observar una extraordinaria panorámica de la comarca de Acentejo en toda su longitud, de ahí que su nombre haga referencia al punto de vigía.

A lo largo de su recorrido nos hacemos una idea de los cultivos que predominan en la zona de medianías del municipio, ya que en sentido ascendente pasamos de la vid a plantaciones de papas y otros cultivos como chochos, millo y algunos cereales, para luego terminar en una zona de castaños y de algunos manzanos dispersos. Una de las cuencas visuales más bonitas del camino está en el cruce con el barranco de La Hoya, donde podremos observar un espeso castañar que nos permite hacernos a la idea de las épocas de esplendor que antaño vivió esta especie en nuestras medianías.

Si continuamos avanzando pasaremos por el captador de nieblas que se halla junto al depósito, hoy en desuso, de Mari Díaz. Finalmente, nos adentramos en un tramo de pista que discurre por un área boscosa en la que el castañar se camufla con la Laurisilva que reclama su lugar. Llegaremos hasta el pesador de agua, punto de unión del camino con el canal Aguamansa-Santa Cruz (el más alto de todos). En este lugar finaliza el tramo pavimentado y a partir de aquí ya no es posible seguir en coche, pues comienza una empinada pendiente que presenta un firme pedregoso e irregular debido a las escorrentías. Seguiremos a pie por esta senda que desemboca –unos 300 metros más adelante- en la Pista El Rayo, límite de la Reserva Natural de Las Palomas y donde la ruta continúa por el sendero peregrino.

El camino tiene varios cruces con otras vías agrícolas, aunque solo Las Turcas presenta continuidad y prosigue hacia otras pistas forestales. El resto -Barriales, Monroy y Las Lajitas, etcétera- terminan en viraderos o puntos ciegos que obligan a dar la vuelta.

El entramado de pistas agrícolas de las medianías de Santa Úrsula es un reflejo del esfuerzo del hombre por vencer la orografía y alcanzar las tierras, muchas veces inaccesibles, que le han brindado sustento durante siglos. Sendas que surcan empinadas laderas, rodean profundos barrancos y discurren por terrazas y bancales que antaño fueron adaptados piedra a piedra. Caminos cuyo destino son parcelas labradas con sudor, donde solo la mano del agricultor siembra y recoge, planta y desentierra, poda y recolecta. Vías que antes solo se transitaban a pie o con caballos, mulos, o burros, testigos que compartieron la dureza de las tortuosas rutas de medianías. Con el progreso llegaron los trazados más anchos y el pavimentado de pistas que han permitido el acceso rodado, un avance que ha hecho más fácil llegar a terruños y montes, aliviando la labor y uno de los principales escollos con el que lidiaban los trabajadores del campo. El sacrificio de nuestros antepasados por abrirse camino y “domar” un territorio agreste y escarpado bien vale todo nuestro reconocimiento y admiración.

LOCALIZACIÓN

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